Las emociones estancadas: germen de las enfermedades
El día y día que nos toca vivir con sus diferentes momentos, nos carga con emociones inesperadas, positivas o dolorosas. Hay una relación directa entre estados emocionales y la salud. La alegría y el goce, por ejemplo, elevan la dopamina, una hormona de recompensa del cerebro que nos hace sentir plenitud, alegría y nos ayuda a ser valientes. Por otro lado, la ira y el miedo elevan el cortisol con lo que empiezan a morir neuronas en centros que impiden que el cerebro se restructure, afectando la memoria.
La estructura celular de nuestro cuerpo se daña por emociones cargadas negativamente, o pensamientos y patrones destructivos. Un cuerpo sano reconoce todas las emociones, las siente y las vive. Las emociones se deben vivir y dejarlas fluir. Al reprimir y sofocar los pensamientos y emociones negativas, se producen vibraciones o cargas de energía que se manifiestan en lugares específicos del cuerpo generando bloqueos en el flujo del Qi.
Al reprimir y ahogar los pensamientos, sentimientos y emociones éstos se convierten en síntomas del cuerpo. Es decir, la mayoría de las enfermedades con sus síntomas tienen un origen emocional: la expresión del dolor o la manifestación del síntoma son repetición de las emociones o sentimientos ahogados, de apegos que no se quieren activar porque no se quieren reconocer, entonces, se llevan al olvido y no se traen a la conciencia. Las emociones negativas se expresan en los sistemas del cuerpo como síntomas y dolores.
Emociones excesivas como la furia y la intolerancia, hacen que el Qi suba hasta los ojos y la cabeza, descienda a las piernas vaciando el cerebro. La tristeza, la inseguridad, el duelo provocan que el Qi se debilite; el miedo hace que el Qi descienda; la preocupación lo estanca y hasta el exceso de alegría lo dispersa y debilita. Cuando hemos sentido furia, por ejemplo, la cara se enrojece, los ojos se encienden, el mentón se traba, no podemos pensar y los músculos se tensan. Otro ejemplo, es la carga de la preocupación la cual se aloja en el abdomen y afecta los tejidos del estómago y duodeno hasta llegar a rasgarlos y formar lo que conocemos como úlceras. Y en el día a día, no estamos alejados de evitar ninguna de estas emociones que, a lo inmediato, ¡afectan hasta cómo respiramos!
El proceso de la respiración, de inhalar aire puro y exhalar el dióxido de carbono, se vincula a la circulación de la energía vital por los meridianos. Es la primera puerta que tenemos para expulsar las energías negativas de las emociones que no dejamos salir. Emociones que se quedan estancadas en el cuerpo-mente-espíritu y alteran la circulación y flujo de la energía, desequilibrando la salud. Recordemos que transformar una emoción negativa no es lo mismo que suprimirla o reprimirla.
Las creencias y emociones sanas y balanceadas permiten que nuestra mente funcione, que podamos pensar y que nuestro cuerpo se desarrolle a plenitud. Entonces, ¿qué hacer en la vida cotidiana para mantener el balance del cuerpo-mente-espíritu?
En la publicación introduje la idea de que para lograr la armonía del cuerpo, la mente y el espíritu se necesita una propuesta de tratamientos que se integren a la vida cotidiana en consonancia con las cuatro dimensiones de nuestra vida: la actividad física, la nutrición, el descanso y la eliminación. Esta es la piedra básica del Camino del Bienestar para desarrollar el estado armonioso del cuerpo-mente-espíritu.
Sin embargo, la mejor solución es descubrir el Qi, alinear el cuerpo-mente-espíritu o los Tres Tesoros optando por tratamientos que cultivan el Qi y desbloquean los meridianos por donde éste circula. En el consultorio de Terapias corporales holísticas facilito estos tratamientos. También le recuerdo que usted puede practicar diariamente, el ejercicio de Qi Gong que le entregué en la publicación Aproveche este momento para estar sano- Alineación de los tres Dan Tian o los Tres Tesoros para potenciar la energía esencial (Qi). Este ejercicio de Qi Gong fusiona en uno, la respiración, la mente y el movimiento del Qi por el cuerpo.